samedi 9 octobre 2010

Autista.

Se sentía autista mientras le dolía el tobillo, era una suerte de dolencia que le avisaba que venían malos tiempos. Iba por la calle y mientras sentía que la gente la miraba, quedaba paralizada por el miedo y soló las lágrimas lograban regresarla en una especie de feedback que sabía que no le hacía bien. Quería a los suyos y su mirada era viva. No sabía expresar. Los que estábamos cerca nunca la supimos escuchar hasta ese día. Nos dedicábamos a hacerle la vida más fácil y la verdadera lectura era que nos dedicábamos a anularla. 19 años así. Cuando hoy precisamente llueve a mares y su estómago porfín reventó. Trató de decirnos que no se puede vivir así, que los libros y las vidas son de otra manera. Debí de cuidarla más, bueno cuidarla bien. Cuando las tiritas no se han de poner en heridas sangrantes, te desorientas. Recuerdo un fin de semana entero con ella, de no hablar, de no saber, de no apatecerle nada o simplemente de no decir. Él la llevó al Cosmo Caixa, mientras yo no sabía comunicarme y mira que yo no dejaba de hablar, tonterías al fin y al cabo. En silencio ella se dedicaba a contar baldosas, colores, rayas, deseos que jamás se cumplieron. Quizás pensaba en abrazos que deseaba dar y que no le permitía. No sé en estos casos donde está el freno. Me contó que una vez alguien cercano se quedó un tiempo sin voz y a ella le dio por pensar que quería verse así, todo le sería más sencillo, no tendría que forzarse en la agonía de recitar palabras, de musitar en voz baja, nadie tendría que hacer un esfuerzo en oírla porque se quedaría muda para siempre. Sin pelear.
La música la conectaba, sólo tocar, la fabricaba, era su disciplina, íbamos a sus conciertos, se la ve ía,tremenda concentración. Siempre con el pelo en la cara. Y lo que ella deseaba era saber la ecuación exacta que la llevaría a su despegue. Y yo no sabía explicarle el cómo. ¿Cómo le explicas a alguien el saber estar? Resulta que a una le dio por gritar y la otra se quedó con el silencio. 

Apenas aparece en fotos, las detesta, no quiere nada que le recuerde lo infeliz que es. Nunca ha tenido días de vino y rosas. Quiere largarse y no quiere. No sé si sobreviviría. Ha pensado en el suicidio y yo me muero de pena. Siempre luchó, porque mira que es difícil vivir con esa angustia y levantarte cada día a tu hora. 

El día que se quedó en casa tuve que haberlo sabido, sus tripas se encargaron de hablar por ella. Se le estaban pudriendo, entiendes? Tuvo que caerse rendida, perder el conocimiento, ponerse amarilla para que vinieran sirenas y la lleváramos al hospital. Estoy convencida, fue su alma que claudicaba pidiendo socorro. El cuerpo humano es muy listo. Alma séptica, corazón taquicárdico, dolor lacerante. Sólo ella sabe lo que se le pasaba por la cabeza cuando apretaba el colchón de aquella cama (de mierda), en su afán de encontrar alivio. Yo no supe verlo, no supe verla, cuando me paso cinco días al mes diagnosticando dolores ab(d)ominales... Tendría que haberme quedado a su lado. 
Pasó que se pudrió porque prefirió el silencio, otros dirían discreción. Casi se muere en el camino, en su camino. Tuvo que llegar al verde del quirófano para percibir la gravedad de todo aquello. No sé qué le diría el anestesista. Quizás tu hermana sepa contestarme. Espero que le hablara desde el cariño. No llegué a tiempo de decirle que la estaríamos esperando, que no se preocupara, que la queríamos, que en cuanto abriera los ojos, allí estaría yo en reanimación indicándole los pasos necesarios para respirar. Morí de ternura. Quise abrazarla fuerte, los cables me lo impidieron. Le di miles de besos. Espero que los notara. Abría los ojos y respiraba profundo.
 
Fue a partir de allí que se enganchó a la vida, la vida de aqui, le quedaba casi lo más duro, ponerse manos a la obra después de recibir la respuesta de su cuerpo (eso se hace sólo). Le tocaba ver de frente y empotrarse contra su muro para declararse en huelga de ruina. Y se sorprendió al ver a su familia queriéndola, eso la animó. Me dijo que tenía que aprender a girar, le dije que yo sabía coger de las manos. Ella sonrió.