dimanche 12 février 2012

Domingo.


Odio el día 7 de la semana.
No sé afrontarlo y me enfrento a todos y cadauno de mis terrores diurnos. Me entra la ansiedad que se siente a nivel centrotorácico y me cuesta horrores frenarla si es que eso llega a pasar. Respiro, me calmo y todo vuelve a estar vacío sin entender. La inteligencia emocional se borra y pienso que tener alguna benzodiacepina por casa resultaría tremendamente productivo. Luego vuelvo en mí y me digo que el morder los padrastros es más que suficiente para hacer frente a una mutilación castigo que se me impone en domingo.
Trabajo sobre los demás, me expongo al morbo que se esconde detrás de cada pregunta " inocente" y cuando digo que el de enfrente está bien resulta que tardará 0 segundos en hacer una regresión. Pasa que cuando nos instalamos en el dolor no nos podemos pedir nada más y entonces las ambivalencias se incrementan perjudicando a la capacidad de juicio. Nos decimos que estar sano es el bien más preciado aunque cuando resulta que algo ( te) pasa ( por dentro) sientes un gran alivio porque es algo así como que la responsabilidad se diluye y a uno le da por pensar que seguro que queda algo por hacer. Es entonces cuando no dejamos de verbalizarnos en silogismos o en asociaciones laxas.
En domingo me psiquiatrizo y me da por engañarme huyendo dentro de una sala de cine en la cual se muestra una vida desgraciada feliz. Me acojo a esas respuestas que se nos dan desde vidas anónimas que han tenido que soportar algún drama saliendo airosos en sonrisas y en 1+1=2. Parece que así me duermo más tranquila y me da por reflexionar sobre las adversidades ( mínimas) que me envuelven. Es verdad, ya no peso, pero me lío y relío. Ya no hablo cuando antes taladraba y me coarto en esta habitación donde la estufa me abrasa el hemicuerpo derecho. Sigo rodeada de cuentos reales y de situaciones amorfas. Siento que se me va la energía en minutos superfluos y es verdad, por qué no, muchas veces, disfruto de esta sensación. 
Los días 7 hay un nudo en el estómago ( que no puedo relativizar) junto a mi té en taza termo plagado de especias ásperas. Qué suerte que no sepa caminar... acabaría cual náufrago en el té, seguro, embebido por lo menos sin deshidratarse como mis mucosas en invierno.
Domingo es curro sin abstracciones, sin caminarse, sin pasearse. Ponerse en la palestra. Es separarse por colores y hacer un centrifugado a 1200 revoluciones por minuto para salir seca seca. Domingo me cuesta en corazón coraza.
Odio el día 7 de la semana.




2 commentaires:

j a dit…

domingos de ansiedad, de angustia, de
mirar por dentro y en frente. Domingo de esperanza, de volver a creer, de besarse tanto que vuelve a parecer real. domingo de sí y de no. domingo de mezclar lágrimas, de traspasar corazón coraza, de bajar barreras. de si me quieres te creo. El 7 siempre fue un bonito día, no lo odies

Anonyme a dit…
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