Llegaste sin rechistar, sin chistar siquiera. Sin manipular, finalmente manipulaste. No me gustaban los encuentros horteras, acabaron furtivos. Te dije que no y fue un si. Pasaron los meses y me recuperé en años, años recuperados. Me quedaste en la secuela de una cicatriz queloidea que no logro que ningún cirujano me arranque. Ahora la miro y puede que sólo fuera un abceso llenito de bacterias anaerobias viviéndome. Por suerte no me tomaron el oxígeno. Tú sí. Y ahora no sé cómo se hace, respirar sí, no sé cómo se hace lo demás, conocer, responder, estimular, abrigar(me). De asustar ya he hablado, asustada quedé. Por suerte entendí que lo mío no son los diálogos ebrios ni traer a ciertos personajes a bailar en mi cama horizontalidades alíricas. Porque un día decidí poesía (revisé la definición) , que sinó no valía la pena. De penas andamos pensando en demasía, que nos congelan, que nos mecen en una suerte de "mano que (no nos) mece la cuna". Y me encantan aquellas nanas contemporáneas que un día escuché.
Esto no es un " Vuelve". Esto es un intento de ser precisa-princesa.
Esto no es un " Vuelve". Esto es un intento de ser precisa-princesa.
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