dimanche 26 juillet 2009

cerradura

Llegó al portal.

Llamó al timbre.

Tardaste unos minutos en contestar al telefonillo. Ella sabía lo mucho que valorabas la lentitud del momento, paciencia.

Subió al ascensor y llegó a la tercera planta.

Al llegar al umbral de tu puerta hizo lo que siempre solía hacer.

Acariciaba la puerta. No le gustaban las estricendias de los timbres de las casas, prefería generar sonidos con sus dedos. Sonidos leves. Sonidos antiguos que se percibían como suaves toc, toc, toc de antaño. Sus dedos bailaban al llegar a tu puerta.

La oíste y cogiéndote tu tiempo, abriste. Te mostraste sólo un trozo, una sola rendija entreabierta, como en tu vida. Una rendija que enseñaba lo más importante... tus ojos penetrantes acompañados de una sonrisa directa. Miraste de arriba a abajo adentrándote hasta lo más profundo, sus latidos. Pestañeaste y al reabrir tus ojos, tu esclerótica se tornó mucho más clara.

No sabías si dejarla pasar, estaba tan bonita, allí sin prisas. Bonita porque te miraba, eso también lo sabías, adivinaste su olor incluso antes de decidir abrazarla.

Pasó sin pedirte permiso.

Respondiste regalándole la llave de uno de tus corazones.



4 commentaires:

ulises. a dit…

a mi también me encantan las tortugas, es mera ironía,
y sí sos alguien, y super valiosa por cierto:)

Saúl a dit…

a mi tampoco me gusta el sonido de los timbres... prefiero el toc-toc que desprende la puerta..

Alegria De La Huerta a dit…

Como ha cambiado el cuento... antes te hacían enseñar la pierna ;) Me encantó!

carlota a dit…

Pero que bonito , le entregó una llave de su corazón , y lo que más me ha gustado , cuando ya sabía a que olia antes de abrazarla ...me ha encantado .

Saludos