Noviembre es el penúltimo mes del año en que todos esperamos que llegue el frío y nos acompañen días de jugar bajo una manta en los que lo único que asome sea la nariz para respirar(te) mejor. Las orejas se sonrojan y escuchan atentas el parpadeo de tus ojos mientras te rozan sus pestañas. Pones el edredón para seguir durmiendo sin una piel a tu lado, sin unos pies que tiritan y calientas o calentabas. Y que solo duermen si les pones un calcetín a pesar de sentirse encarcelados. El frío despeja las ideas y el verano duró demasiado.
En noviembre cayó un muro y se levantó otro, individual y ahora. Esta vez no hubo otoño, y Ñ se puso triste al no poder actuar, perdió el sombrero, el viento se lo robó y ahora duerme en algún cajero esperando que regrese. Será pronto ñiñita, no temas. Cefaleas me declaran la guerra, y yo las curo comiéndome el viento. Mala solución cuando acto seguido no dejo de eruptar. Y adviertes, es verdad, nadie se pudo jamás alimentar de aire. Es por eso que en noviembre mucha gente se (sigue) muriendo de hambre.
En noviembre cayeron las primeras nieves. Sin avisar. Y todo cambia. Los abrigos se han tenido que poner a trabajar y yo por las noches oigo sus quejidos desde los sueños que jamás recuerdo al despertar. Supongo que deben de ser bonitos porque de los malos siempre me queda alguna pista.
En noviembre unos se van unos años que parecen décadas cada día que pasa sin conocer su minuto. Otros llegan sin conocerse, otros se olvidan y ella se muere mientras decides reemplazarla por otra sin ser nueva. La sabes sin sabor, insulsa, sosa, aunque lo intenta, aunque lo intentes, cuidarte, cuidarla. Sabes que no durará tanto. Se marchitará por mucho que esta vez hayas aprendido a hacer la reanimación cardiopulmonar.
Noviembre ocupa el número 11 y las carreteras se hacen muy muy largas.
1 commentaire:
Novembre sempre m'ha agradat. Els colors, l'entrada al fred, el recolliment. Té algo que m'atrapa. No se que és, però m'agrada.
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