Ayer llegó a casa la primera lluvia de todas, semitormenta de verano sin remojón. Lo desestimé. Tampoco tomé un té caliente, verano, se entiende. Las cucarachillas salieron de sus guaridas, fue lo más parecido a bañarse en la playa. Sí, la misma a la que sólo he ido cinco días, resulta que en verano no me gusta morirme de calor y me acuerdo de uno que tenía miles de pecas, era un pecoso (de hecho sigue) y se tornaba cangrejo. Aquel primer verano no dejé de dibujarle soles en la espalda con el after-sun para intentar aliviar la quemazón. Llovió y nosotros sobrevivimos, sin mojarnos, con sidra asturiana que ahora me bebería sin chistar contigo, en otra parte, cualquier otra parte.
La primera lluvia que nos cayó fue un chirimiri suave pero contínuo. Una minicazadora te cubría y en verdad yo sabía que te morías de frío. No logré tocarte aunque lo intenté. La carretera resbalaba y los retrovisores del coche estaban torpes hasta que nos accidentamos. Y sí, resulta que sobre eso ya escribí.
Uno me dijo un día de primera lluvia que yo era justo el tipo de chica que le gustaba, no sería jamás una mujer facebook, hablaba de intercambiarnos los teléfonos. Curioso cuando otro él nunca lo fue ni quiero que lo sea. Amigos, eso somos, y puede que nos queramos.
Paso las guardias en un pasillo sin vistas al exterior, sin exterior en sí, vaya. Sucede que cuando llueve la gente no acude por temor a mojarse y que la tristeza de las gotas les penetre. A mí me gusta salir y sentir el olor a tierra mojada sabiendo que es un tópico muy típico. Mi padre mi enseñó a qué sabía la Tierra... Barro será, y cruje. Es como cuando comíamos piedras. Yo casi siempre recordaba, tú casi nunca olvidaste y en ésas que nos caímos.
La primera lluvia en casa se pasa mejor con un ventilador encendido. Viento que me da en la cara casi sin dejarme abrir los ojos emulando aquel sueño en el que me lanzaba al vacío una y otra vez desde aquel acantilado sin morirme, al contrario, vivía. Creo que el sueño surgió desde aquel día en que él y yo anduvimos por un club de aladelta viendo a las personas-pájaro desplegando sus alas. Fue interesante percibir ese desdoblamiento de personalidad sin brote psicótico mientras llovía.
Y llueve, sigue lloviendo días después de alegría, de verde, de gotas, mientras me preparo unos spaghettis al pesto con el mortero y pienso en que el sonido bien podría ser una base para una canción de Ada que no dejábamos de escuchar antaño cuando nos invadían sus ruiditos, cuando de vez en cuando regreso y recuerdo aquella vez que fuimos de LLeida a Barcelona un coche detrás del otro jugando con los intermitentes y poniendo el mismo disco a la vez, nos acompañábamos de música y nos era suficiente. Lluvia llovía también.
Se mezclan las primeras lluvias y recuerdo aquel chaparrón en Cuba que tardaba en secarse unos segundos aunque el mejor cielo que nunca he visto es el argentino y allí la primera lluvia fue nada más llegar con el avión, aterrizando camino hacia la recuperación. Y siempre sale el sol. Despué sde l aprimera vino la segunda y así sucesivamente.
En casa nada resulta distinto y los recuerdos son los mismos, continúan vigentes, se cambia la percepción, la cara que se te queda y difiere el hecho de no mojarse. Tu techo te cubre y recuerdas que ahí fuera alguien se está mojando con esa tu primera lluvia.
Yo busco un lugar para guarecernos... aunque en realidad lo que quiero es que nos mojemos con esa primera lluvia.
5 commentaires:
áááála¡!
y mientras la lluvia se deshace...
la próxima vez que pase por aquí traeré un paraguas, para guarecernos "en dosis precisas y controladas".
y sino... oye, a mojarse! ke mola más.
Bueno, salut i encanta´t. Au,
Notinguespordelaigua!
No sé si esperar a que la lluvia se deshaga o se desfogue.
Trae un paraguas-sombrilla. Las "dosis precisas y controladas" me encantan, últimamente el margen terapéutico queda en supradosis. No sé si eso de controlar (me) va bien.
Salut i encantada!
Ola!
Sempre dóna gust mullar-se.
Sobretot a Gràcia.
I no sé qui ets!
Em sembla que de color verd!
Ola Onada.
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