dimanche 13 février 2011

De latidos.

De latidos andamos llenos, de faltas claro está. Porque la diferencia de latir radica en diagnosticar una bradicardia de una taquicardia ( escuchar no es sentir). Fibrilación puede pasar desapercibida si se trata de aurículas. En los ventrículos es letal. Y yo no sé, cuando bailo, pasa que me da por agudizar el oído y escuchar su ritmo. (Saco el fonendoscopio de la mesita de noche). Cuando lo hago sé que perderé o que me he perdido. A partir de ahí intentaré controlar cadauna de las letras que escribo, sobretodo cuando el otro no entiende de cuentos chinos y se mueve en sentido literal. 
Nos movemos rápido,  el ritmo se agiliza, la frecuencia crece (sin mentir, lunas aparte), de repente un coche circula en sentido contrario. Pisas el freno para no estamparte. Se suponía que no iba a dolerte pero te dueles a tí misma echando de menos-más a alguien que (todavía) no conoces. Y decides pasar la noche con otros que también "se están quitando". Recuerdas la importancia del trabajo aeróbico y de la resistencia. Las fuerzas de fregamiento son de suma importancia, extrapolarlas digo. Que el oxígeno entre poco a poco y que el corazón se acostumbre, fortaleciéndose, engrosando su pared, marcando compás a ritmo de batuta. Nunca serás director de orquesta aunque te entusiasmen las bandas sonoras. Su latido era fuerte, organizado, regular. El tuyo en cambio, nada que ver. ¿Viste?

Resulta que me pierdo en cuanto saco el fonendoscopio y te siento.
Corre bichito corre.


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