jeudi 9 octobre 2008

Una niña feliz, su abuelo y la LUNA

Me he pasado toda la vida observando a la luna casi comestible, crujiente. ¡Qué bueno sería poder desayunar Luna cada mañana mojada en leche!
De pequeña era capaz de verle la cara, sus ojitos, sus labios que me deseaban las buenas noches incluso cuando ella no estaba acompañándome en la oscuridad . Yo la veía, y sonreía porque sabía que ella en algún lugar me protegía del malvado COCO que vivía escondido debajo de mi cama (aunque nunca logré verlo, lo oía respirar, pero ella, en estado de alerta, lo mantenía siempre dormido).
Él, acabó por convertirse en mi amigo imaginario!Qué afortunado este Yo de tener como guardián a la LUNA! !Menudo privilegio!
Un día me contó mi madre que además de vigilarme en horario nocturno, en ella residía nada más y nada menos que mi abuelo, había hecho de ella su paraíso. Un día se marchó lejos, de repente (nunca más lo hemos vuelto a ver). Al cabo del tiempo comprendimos que necesitaba de emociones en su vida y decidió coger la mochila e irse ....a un sitio recóndito como....como la LUNA. Pues bien, desde que mi abuelo se marchó, mi necesidad de mirar la luna se acrecentaba. CAda vez que ella está llena, es decir, cada 28 días exactos, mi abuelo me guiña el ojo desde allá y logra verme,estoy segura. El caso es que a veces yo también lo conseguía. El caso es que a veces HOY yo lo sigo viendo y es entonces cuando se me eriza toda la piel y Felicidad se instala.
Si si lo veo incluso HOY que he comprendido porfín que mi abuelo no está de vacaciones . Mi abuelo nos dejó de repente. La Señora Muerte vino a buscarlo cuando hacía lo que más le gustaba: pasear por el monte. Se enamoró de él, que mi abuelo era de los mejores,(¿Qué os creeis?) y decidió que se lo quedaría para siempre. Lo que ella no se esperaba es que la reluciente Luna le ganaría la batalla. Menos mal que siempre se ha demostrado que lo bueno siempre vence y que las cosas acaban ocupando el sitio que deben al cabo del tiempo. Mi abuelo Joan acabó habitando con las estrellas, allí es donde estaré yo con él , algún día, (aún no tengo prisa por eso) aprendiendo a hacer bizcocho de chocolate, a dormir mientras bailo, a reír nadando, a comer estrellas de mango, a ir en bicicleta de una vez por todas. En Luna nueva mi abuelo me enseñará a desaparecer, así visitaremos los famosos Agujeros Negros que tantas Lunas Llenas me ha prometido. Qué bien! Qué ilusión!
Sabeis, MIS muertos no van al CIELO,van a la LUNA y allí se encuentran de nuevo y son felices y comen perdices.

Allí, la gente es capaz de noctambular por las rojas olas y se desplazan cogidos de la mano formando surcos en el Espacio.
Mi abuelo, durante una noche de guiños me contaba que el viento no era más que la suma de toda esta gente infiel a la Muerte formando olas siderales que bailaban en la oscuridad sonriendo al ritmo de un delicioso jazz. YA decía yo que me encantaba esta música sin saber porqué y sin haberla escuchado jamás. En nuestras conversaciones sonaba de fondo mientras yo escuchaba estos relatos tan interesantes.

La Señora Muerte no sabe llegar al planeta Olvido, siempre se pierde en el intento. Mientras haya Luna mi abuelo siempre estará conmigo, mientras crea en ella, mi abuelo me acompaña y ellos, los demás aventureros que un día me dejaron también.


1 commentaire:

duendecillo * a dit…

Q delicia de relato niña...Un placer leerte. Me has robado una sonrisa :)
Es un buen sitio para pasar la eternidad, la luna...¿Podré ir yo también?

Ay...q tendrá la luna q a todos nos encandila...

Espero verte pronto. Con una sonrisa! :)