samedi 4 avril 2009

Francisca

La mujer lectora se puso malita, labios azules, uñas también. Intenté engancharla a la vida porque el pulsioxímetro me había chivado que le faltaba el aire. La mujer no hacía más que temblar, muerta de frío-crueldad, asustada. No logré rescatarla. Al final llegó una ambulancia de ojos rojos y ruidos metálicos, la engulló.
Yo ratifiqué la dureza de quedarse sin aire con el que poner un pie delante del otro. Es que te pones a temblar, la tensión se te dispara y el corazón enmudece de tanto vértigo.



2 commentaires:

duendecillo * a dit…

Uff...y tanto q enmudece...

pulsioxímetro a dit…

Interesante. Saludos,