La mujer lectora se puso malita, labios azules, uñas también. Intenté engancharla a la vida porque el pulsioxímetro me había chivado que le faltaba el aire. La mujer no hacía más que temblar, muerta de frío-crueldad, asustada. No logré rescatarla. Al final llegó una ambulancia de ojos rojos y ruidos metálicos, la engulló.
Yo ratifiqué la dureza de quedarse sin aire con el que poner un pie delante del otro. Es que te pones a temblar, la tensión se te dispara y el corazón enmudece de tanto vértigo.
Yo ratifiqué la dureza de quedarse sin aire con el que poner un pie delante del otro. Es que te pones a temblar, la tensión se te dispara y el corazón enmudece de tanto vértigo.
2 commentaires:
Uff...y tanto q enmudece...
Interesante. Saludos,
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