mercredi 28 avril 2010

Humedad.

 Resulta que los cables de la luz de casa, de repente, han cumplido en un año como unos cien. Están aquejados de una enfermedad reumatológica que hace que en días de lluvia dejen de funcionar. Y notan la humedad, se les mete en los huesos y en un afán de ahuyentarla ponen en tensión la espalda y estallan. El señor que vino a instalarlos se olvidó de proveerlos de la coraza pericàrdica que posteriormente los protegería de los golpes sentimentales y de las tormentas eléctricas. Es por eso que dejaron de viajar a la velocidad de la luz dejándonos incomunicados.Y así andamos todos húmedos, chopados, extasiados, aniquilados, como los cables de la luz. Por suerte para ellos, existen electricistas capacitados. Nosotros, nosotros somos otra historia.

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