dimanche 30 novembre 2008

A ella le gusta conducir.

A ella le gusta conducir con la ventanilla bajada. Así, logra que se filtren todos los malos humos que la amenazan por el simple hecho de utilizar con asiduidad la palabra Pensar.
Ella sabe que ese viento no es más que miles de susurros que el resto de la gente va dejando a su paso, cansados por demasiado caminar. A ella le llena el viento frío, el que corta, el que hace que la nariz se ponga roja y nos hace intuir que la montañas se han cubierto de nieve. Se mete en su retina mientras ella cierra los ojos apretando los párpados para recordar aquellos años de glaciar en una ciudad remota donde el frío paralizaba y el hacerse mayor ahí estaba.
Otros días, cuando el cielo se pone su abrigo azul con nubes dibujadas no puede evitar fijarse en aquel pajarillo Libre, tan pequeñajo que se ríe desde arriba de la ley de la Gravedad y sobrevuela viento susurros. En esos días ella imagina cómo sería vivir en la línea que divide a las nubes del resto, cómo sería quedarse suspendida sobre una de ellas con forma de semiluna.

A ella le gusta conducir entre las cinco y las seis de la tarde en invierno que es cuando el sol se va a dormir. La luz es preciosa y el horizonte parece otro. Por todas partes se refleja ese color. Ella intenta capturarla con sus viejas témperas sobre un folio en blanco pero no se deja. No consigue plasmar ese efecto. Y entonces es cuando descubre que a parte del magenta, del cián, del amarillo limón, del blanco y del negro hay mucho más. Y es que esa luz está ahí para mecer al Sol y hacerle más fácil la entrada al sueño profundo. Cada luz de esa luz a la Luna le llega una carta de invitación donde pone "es tu momento estelar" y entonces ésta sabe que ha de empezar a acicalarse. A veces en las noches oscuras, agotada de la rutina, hace caso omiso al mensaje y se queda hecha un ovillo en su cama escuchando a Satie recordando tiempos mejores.

A ella le gusta conducir con música de fondo y pisar el acelerador de su mini coche. Parece que así se escapa de lo que no le gusta. Cada quilómetro que pasa es un minuto de menos y un horizonte de más. La velocidad está bien pero también los tiempos de semáforo en rojo y de caras desconocidas. Cadauno utiliza esos minutos a su antojo. Unos están tristes, otros serios, otros se maquillan, otros hablan con el móvil, otros se giran para mirar a sus acompañantes. Hay una pareja que aprovecha cada fracción de su tiempo libre para darse besos bajo esa luz roja que nos advierte que es bueno detenerse de vez en cuando, eso logra emocionarla. Otra gente impaciente pita para recordarnos que la vida real ha vuelto a empezar con su ritmo frenético. Es tiempo de luz verde, hay que correr, adelantar, avanzar, llegar a destino aunque no sepas cuál es, aunque ignores la dirección exacta donde quieres estar.

A ella le gusta conducir porque siempre que lo hace, el camino conduce a Casa donde zapatillas-blandas-cómodas-forma de oveja, chimenea encendida y cartel de "BIENVENIDA" aguardan.

2 commentaires:

Anonyme a dit…

me gusta como escribes
N.

flauteta a dit…

A mí me gusta tu N.
Besos, gracias, mientras me sonrojo.
Pásate cuando quieras, quién sabe quizás algún día descubra tu identidad...
M.